Día 1
Escopeta
Isabella era una mujer devota solía ir a misa cada semana, tenía
arraigada la idea que Dios amaba más a los hombres que sufrían, que sabían que
era el dolor, y así maduro, era severa hasta con ella misma, retorcidamente
desde que era joven se flagelaba la espalda con azotes hasta sangrar y sentir
lo que ella llamaba como pureza con libertad. Así se caso con un hombre que la
liberaba cada noche, moliéndola a golpes, un ahorro de esfuerzo.
Cuando sepultó a su esposo y padre de sus tres hijos ella vislumbró
tres cuervos gordos sobre la tumba aún fresca, era algo claro, un mensaje divino
para advertirle que sus hijos algún día desafiarían lo que tanto le ha costado
inculcarles.
Los tres hermanos ya eran hombres, el mas chico con 20 años,
Daniel, el hijo de en medio Bruno con 23 y el mayor Álvaro con 26, por supuesto
su educación fue austera y exigente, sin embargo los tres se diferenciaban por
sus personalidades.
Daniel creció bajo la sombra de su abuelo, padre de su
madre, solo porque en su cabeza tenía la misma marca que parecía la cicatriz de
guerra que poseía el hombre, una bala de rifle que se desvió en una batalla
mientras estaba escondido tras las barricadas donde sus compañeros debatían su
vida, siempre fue un cobarde y gracias a eso sobrevivió, y regreso a su hogar
triunfante, galardonado con su estrella al valor y así su familia le creyó
todas sus hazañas inventadas. Daniel sin embargo al estar bajo una figura tan varonil
era de carácter ácido y taciturno, de pocas palabras y presumido.
Bruno en contraste al ser el de en medio a veces lo
trataban como grande cuando tenía que trabajar, y otras veces como pequeño para
dejarlo en la casa cuidando a su otro hermano, es el más sensible de los tres,
siempre asustado, lloraba solitariamente en la puerta de su habitación
escuchando como el gorila de su padre apaleaba a su madre todas las noches,
rezando que después no le fuera a ocurrir dirigirse con él. Era piadoso pero
incapaz de mantener a alguien a su lado, ni siquiera los animalitos que
adoptaba a escondidas, todos y cada uno de ellos se moría después de 13 días a
su lado, siempre era la misma cifra, eso lo marcó para siempre, los únicos que
eran inmunes a su “condenación” era su familia, esto debido a algo muy sencillo,
no les tenía ni el más mínimo aprecio a ninguno.
Álvaro, él era el mayor orgullo de su madre, era
inteligente, considerado por todo el que lo conocía un hombre de letras y algunas
prostitutas de la zona ya habían experimentado lo que su poético puño podía
provocar. Para Isabella su hijo más devoto, sin misterios y un hombre legítimo.
Cuando los tres cuervos se le presentaron sobre la
sepultura, supo que su vida terminaría pronto y quería estar segura de que sus
enseñanzas se preservaran en el corazón y vida de sus hijos para siempre y que
su legado continuaría bajo la gracia de Dios, así que un miércoles de ceniza
fue la última en retirarse de la iglesia, le dijo al padre su preocupación, el
padre como buen cristiano la hizo rezar 10 aves Marías y 10 padres nuestros,
para que el Dios al que ella le rezaba pudiera escucharla y le diera la paz que
ella buscaba.
Ella prometió que sus hijos siempre sufrirían, pidió entre
gritos mentales que Dios les lanzaras su peores pruebas para que ella se
asegurara que merecerían el reino de los cielos, le pidió con lagrimas todo el
dolor que pudiera darles, porque estaba segura que sus hijos la soportarían y
así la promesa de la vida eterna sería para ellos y sus familias sin ningún
problema.
Al salir de la iglesia se persigno y ella sabía que sus
plegarias habían sido escuchadas, pero, a pesar de todo su intranquilidad aún
albergaba sus entrañas, ¿era fuerte la voluntad de sus hijos para no caer en
tentación?, no iba a arriesgarse.
“El fin justifican los hechos” , se repitió todo el camino
hasta llegar frente a la puerta de la que era conocida como la bruja del lugar,
al abrir la puerta no le hizo preguntas, sonrió descaradamente y la dejo pasar.
Isabella tenía solo una petición y ella era la única en quien podía pensar para
cumplirla. La bruja al escuchar su
suplica no le cobró nada, ella le dijo que porque sabia que era mujer devota y
que lo haría solo por la singularidad de su encargo.
QUE SUS HIJOS NO PUEDAN SUICIDARSE JAMÁS
Exactamente 10 días después de todo aquello Isabella dejó
este mundo, con la esperanza de encontrar a su esposo y en un futuro
reencontrar a sus hijos. Murió en un asalto, con tres apuñaladas en el pecho
mientras se dirigía de misa hacia su casa. Al ser domingo no desearon hacer
misa por su muerte sino hasta el día siguiente, y fue sepultada sobre su esposo
que aun tenía las flores de velorio adornando su tumba. No se vio a ninguno de
sus hijos derramar ninguna lagrima por ninguno de los dos.
Al día siguiente los tres ya solos en la casa, como si
fuera parte de un encantamiento comenzaron a percibir sus primeras pruebas, un
incendio termino con la mitad de su casa, quemando sus habitaciones dejándolos
sin ropa ni pertenencias personales, decidieron separarse y encontrar camino
cada quien por su lado; Y así fue.
Bruno lejos de la que había sido su casa le atribuyo la
muerte de los animales a la escasez de recursos y de higiene al pueblo donde vivía,
más confiado se caso con un joven mujer que tenía un carácter dulce y era
desinteresada. De una familia acomodada se fue a vivir con ella en un poblado
modesto donde podían hacer caridad sin ser juzgados por la alta sociedad, habían
comprado una casa con tres habitaciones para sus hijos que planeaban tener y un
patio grande para disfrutarlos.
Al año de su matrimonio su riqueza se estaba terminando y
los negocios no iban del todo bien, aunque estaba felices porque esperaban a su
primer bebe, sin embargo cuando ella cumplió la semana trece de su gestación se
levanto con un dolor en el vientre apenas si podía caminar, sintió sus piernas
mojadas y en la penumbra divisó los chorros de sangre que brotaban de su
entrepierna.
Daniel, se quedo cerca de la que había sido su casa
familiar, solo que en el pueblo vecino, también era conocido por su carácter así
que lo hicieron capataz de la hacienda más grande de la localidad, el sabía que
lo explotaban al tener un salario miserable por el arduo trabajo que debía de
cumplir, pero para el todo era más digerible que lo que había vivido con sus
padres. Al cumplir exactamente el año de su partida un caballo le cayó encima
sobre la cadera, por lo que quedo sin piernas y despedido de la hacienda.
Álvaro se mudo a la universidad de la ciudad, deseaba
terminar sus estudios, jamás fue a misa otra vez, el se declaró ateo desde que su
madre murió, lo hizo porque ya no tenía miedo de decirlo, se dedico al estudio
y se esforzaba por sus investigaciones. Con artículos publicados estaba a la
par de los científicos contemporáneos de la época, poco a poco se hizo de
prestigio y logro el respeto de muchos en el medio donde se desenvolvía. Se
dedicaba a hacer estudios sociales y psicológicos, así conoció a una jovencita
estudiante de la universidad que el estudiaba debido a que sus profesores referían
tenia una personalidad extraña, algunas veces rompía en llanto a la mitad de
las clases y en otras ocasiones rompía a carcajadas interrumpiendo las clases, el
sospechaba que era un trastorno de esquizofrenia o posiblemente bipolaridad, el
la cito en su oficina dentro de la misma universidad, dejaba la puerta abierta
debido a que unos meses antes una estudiante deseaba seducirlo y lo descubrió un
directivo de la universidad por lo que el hombre le pidió discreción pero los
rumores siempre estuvieron alrededor de el por toda la universidad.
Un año después de separarse de sus hermanos cito a la
chica, al llegar él la invito a sentarse y le ofreció café por lo que ella asintió.
Preparando la taza con el liquido caliente el solo sintió unas suaves y firmes
manos rodearle la cintura y con una fuerza sobrehumana sintió como ella le dio
la vuelta frente a ella pegando su cuerpo con el de él, rápidamente lo sentó
sobre el escritorio arrebatándole la camisa y tirándole los lentes, sobre el
comenzó a besarle el cuello, el tratando de reaccionar la empujo hasta el otro
lado de la habitación, recogió sus lentes del piso y cuando volteo a verla ella
tenía una pluma sobre su propio cuello, riéndose comenzó a perforarse el cuello una y otra vez,
en shock y como pudo recobrarse intentó detenerla, le sujeto la mano y también quedó
empapado de sangre. El director de la institución lo vio con el cuerpo de la
joven en uno de sus brazos aun con los ríos rojos brotando y en el otro la pluma
que le había quitado la vida. No hacía falta explicaciones.
Bruno y su esposa intentaron tener de nuevo otro bebé con
extremos cuidados en su embarazo, el bebe nació con perfecta salud, pero a los
trece días de nacido en una de sus siestas mientras su madre lavaba la ropa un gato
atraído por el aroma a leche le devoro la cara al bebé.
Daniel ya en la calle se refugiaba en el bosque, se había quemado
el rostro completamente para que no reconocieran quien era por su orgullo terco
y machista, así pedía caridad en la calles, y se escondía de los demás por las
noches.
Álvaro perseguido por la policía sin dinero y sin
pertenencias comenzó a ponerse paranoico y ya no confiaba en nadie, veía en la
calles que se burlaban de él, o que querían matarlo, se refugió en hospicios
para los enfermos de piojos, trabajaba componiendo tractores de los pobladores,
le pagaban lo suficiente para alimentarse hasta por tres días con su comida
bien racionada, una noche al volver de uno de esos trabajos al refugio antes de
llegar a la esquina escuchó es él, él lo hizo al dirigir su irada vio que lo
señalaban a él, mirando hacia abajo el cuerpo de un niño pequeño que dormía también
el refugió sin respirar y sin ropa. Solo le quedo correr, no sabía hacia donde
solo corrió.
La mujer de Bruno se obsesionó con tener hijos así que rápidamente
volvió a embarazarse, aun débil de salud tuvo a su hijo pero ella trece días después
de que dio a luz murió por una infección en el útero.
Daniel se dio cuenta de su situación y mirándose el torso
que una vez fue fornido ahora estaba cadavérico
y comiéndose así mismo. Arrastrándose se encamino a la que una vez fue su casa
decidido a lo que tenía que hacer.
Álvaro no paraba de correr solo se detenía para dormir y
seguir corriendo sin mirar atrás, su dinero y comida habían sido robados, el no
supo hasta donde se dirigía hasta que se detuvo de golpe y frente a él, la
puerta de la casa quemada que había pertenecido a sus padres.
Bruno tendió a su hijo en el sillón de la sala polvoriento
de la casa de sus progenitores y se dirigió a buscar lo que él consideraba como
su última salida. La escopeta de sus padres.
Daniel casi en la esquina escucho un disparo, hizo eco en
todo alrededor se alarmó pero siguió hacia la entrada y escucho dos voces
familiares adentro, escuchó otro disparó y un grito de una voz masculina que le
helo el corazón y lo lleno de miedo, tembloroso abrió la puerta y reconoció a
sus dos hermanos aunque no eran como los recordaba el sabía que ellos habían tenido
el mismo destino que él.
Bruno encontró la escopeta de su padre decidido diviso que tenía
dos disparos y tres recargas en una caja, se dirigió a la sala, y escucho que
se abrió la puerta, era Álvaro, parecía otro, al principio pensó que era una aparición
pero aún sin que le dijera nada sabía que venía por la misma idea, recargo la
escopeta Álvaro se mantuvo callado, como si esperara su turno de lo que planeaba
hacer, Bruno seguro apunto a su bebé de trece días y agitado y temblándo le disparó,
inmediatamente se apuntó a la boca y disparó, aunque el estruendo fue el mismo
de la escopeta solo salieron semillas de girasol. Recargo y volvió a dispararse
con el mismo resultado.
Álvaro sabía que el llegar ahí era un mensaje de su destino,
era una clarividencia de lo que tenía que hacer, abrió la puerta y observó a
Bruno con la escopeta en las manos, el venía por lo mismo, de la desesperación
lo único que podía pensar era en que se apurara para el terminar con su agonía,
no se había percatado que había un bebé con el hasta que le disparo, se toco el
pecho y abrió los ojos, no respiró, todo parecía ir más lento, vio a su hermano
apuntarse y dispararse pero lo que vio salir fueron semillas que parecían de
girasol, no podía creerlo, cuando recargo e hizo su segundo intento con el
mismo resultado creyó que algo le pasaba a la escopeta, le arrebató la escopeta
de las manos, Bruno parecía en estar en shock, la recargo cuidadosamente
verificando que no había otra cosa en la cámara, y ahora él se apuntaba directamente al corazón
cerro los ojos y la accionó, brotaron miles de semillas más, miles de semillas
de girasol, miró a su hermano a los ojos y Bruno gritó de la manera más
aterradora que jamás hubiera escuchado.
Daniel aun con cautela abrió la puerta, justo en esa
escena, reconoció a sus hermanos Álvaro solo volteó la cabeza con unos ojos sin
vida y con una sonrisa le dijo a Daniel.
No podemos morir.
No podemos morir.
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