Día 3
Botiquín
Evelyn tenía solo 7 años cuando su madre salió por la
puerta y no la volvió a ver, solo era ella y su padre, nadie le explicó lo que
sucedió, se mudaron a una nueva casa que tenía entrada a un bosque, pasaban los
meses y su papá tampoco hablaba más con ella, solo se dirigía a ella para que
fuera a comer, para que se cambiara o se durmiera, tampoco ella tenía muchas
ganas de conversar, y preguntar por su mamá ya la había cansado, lo que hacia
la mayoría del tiempo era estar en la puerta que daba al bosque y se quedaba ahí
sentada, a veces lloraba y otras veces deseaba perderse en ese bosque donde
todo parecía estar palpablemente tranquilo.
Por las noches en ocasiones percibía los sollozos de su
papá, otra veces ella no podía dormir y extrañaba cuando iban a verla para
saber si todo estaba bien, cuando tenía pesadilla ya no gritaba, solo respiraba
hasta quedarse dormida ya que su padre ya no iba por más que gritara.
En una tarde sentada en el pórtico frente al bosque, el
viento no paraba de silbar y pareciera que en ocasiones pronunciaba su nombre, abrazada
al oso que su madre le había dejado, le pidió con todas sus fuerzas ayuda para
que papá que era lo único que le quedaba volviera a sonreír y volviera a verla
a los ojos, como antes.
Se acercó más al bosque, quedando frente a los primero
árboles, el viento llevo hasta sus pies un termómetro, y una voz en la penumbra
del bosque le dijo que ese termómetro era especial, ya que le indicaba que tan
triste estaba su papá, el vidrio se tornaba de distintos tonos de azul siendo
el mas claro poco triste y el azul mas intenso el desconsuelo. Ella lo tomó en
sus manos y notó que pesaba mucho, agradeció a la voz, y antes de que regresará
a la casa la voz le dijo que solo recordara que no se puede dar lo que no se
tiene.
Ella al entrar lo vio viendo la televisión quedándose casi
dormido en el sofá, le acerco el termómetro y en cuanto lo toco se torno con un
azul marino intenso, soltándose a llorar lo abrazó, el se despertó un poco y también
la abrazó por un momento y después la soltó y se excusó diciéndole que prepararía
la cena, el termómetro seguía del mismo azul y eso la lleno de angustia.
Al día siguiente regreso al bosque sin pronunciar ninguna
palabra, cerró los ojos y el viento arrastro a sus pies un jarabe, y solo
escuchó “para quitar el mal humor”.
Esa noche ella le pidió ayuda a su papá porque le quería
prepara un té, el se negó, Evelyn insistió, se le había quemado la cena, y también
estaban llamando a la puerta, la niña le volvió a insistir y el le gritó un
rotundo ¡NO!, la pequeña se asustó y soltó a llorar, su padre atendió la puerta
pero cuando regreso ella ya estaba en su habitación. Él preparó el té que ella
deseaba y calmadamente toco la puerta del cuarto de su pequeña, ella le dijo
que podía pasar contestándole desde la cama, el retiro las cobijas y le mostró
la taza con el té caliente que deseaba, “discúlpame por gritarte – guardo silencio
un momento, y con un nudo en la garganta añadió – perdóname por todo.” Ella
abrazó a su papá y le dijo que tenía una medicina para hacerlo sentir mejor, y
la niña saco el frasco de vidrio de debajo de su almohada, el creyendo que solo
era agua porque así lucía el liquido que guardaba la dejo ponerlo en su té y se
lo tomó frente a ella. Le deseo buenas noches, le dio un beso y se retiró.
Evelyn sabía que no era mucho pero estaba dispuesta a que regresara su papá.
Durante una semana ella seguía al pendiente de los
sentimientos de su papá con el termómetro y ningún día cambio de color, y
cuando su padre apenas si le dirigía la palabra o lo notaba más serio le ponía en
su bebida o en su comida una gotas del jarabe hasta que no le quedó más.
Una tarde llegó un extraño con traje para hablar con su
papá, ella de todo lo que escuchó solo entendió que posiblemente ya no podían
vivir en esa casa en dos meses, su padre explotó en rabia, rompió un vaso que
estaba sobre la mesa y corrió al señor del traje siempre repitiéndole que era
su abogado que tenía que buscar la manera de ayudarlo, el señor se excusó y se retiró.
Su papá seguía rompiendo cosas, pateando todo a su paso,
ella lo veía con el corazón agitado y muy asustada en la entrada de la cocina,
no quería hablarle pero tampoco podía moverse de ahí. El la miró y no le dijo
nada solo se encerró en su habitación, dejándola ahí parada con su oso en su
mano derecha.
Ya era de noche pero salió a la entrada del bosque y se introdujo
en ´el un poco, gritando ayuda, repitiendo desesperadamente que no importaba el
costo, pero ella deseaba ayudar a su papá.
“¿Éstas segura de lo que pides?- escuchó muy cerca de ella
pero no logro divisar nada - ¡Sí!- gritó fuerte – solo quiero que mi papito
regrese, que me abrace, que me haga bromas, que me diga que todo estará bien,
que me cure cuando me caigo, que vaya rápido cuando tengo pesadillas, que se
coma la orilla del pan que no me gusta, que me comparta de su helado, solo
quiero que el regrese conmigo…..por favor- su voz se quebró y lloró -por favor….-
”
Se arrodilló y esta vez el viento llevó a su regazo una
venda, la voz le dijo que esta venda era para curarlo cuando él sufre de
decepciones, sirve para volver a unirlo a sus aspiraciones.
Ella sujetó fuerte a su oso, se levanto con la venda en su
mano y se dirigió a su casa. En la puerta de la habitación de su padre ella
tocó sin recibir respuesta pero aún así entró, entre la penumbra vio a su papá
acostado, y se acercó a él, supo que estaba despierto porque le dijo que se
fuera a su habitación, por la luz de la ventana noto que se había herido una de
sus manos, talvez con algún vidrio que rompió, ella no le hizo caso y le
comenzó a vendar su herida, él tampoco puso resistencia y la dejó hasta que
terminó, ella se recostó frente a su papá y el la abrazó. Fue una noche
tranquila, así lo sintió Evelyn.
Por la mañana cuando su padre se levantó la miró aún
dormida, pero instintivamente después de unos minutos presentía que algo no
estaba bien. Evelyn ya no despertó.
Cada vez que ella trataba de curar a su padre, era ella la
que desvanecía su vida, no entendió que no se puede dar más que lo que tenemos,
y la pequeña tampoco ya no tenía mucho amor para dar a su papá, la tristeza se
albergó en el amor que sentía por sus padres, poco a poco también ellos
provocaron que fuera más el desconsuelo que el amor que recordaba. Su mano estaba curada pero la venda represento el último vestigio de amor que tenia Evelyn en su ser.
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